El Ramón Sánchez-Pizjuán comienza a proyectarse en 1937. Fue ese año cuando Don Ramón Sánchez-Pizjuán, por aquel entonces máximo mandatario de la Entidad, compró los terrenos sobre los que pensaba edificar el Nuevo Estadio de Nervión. No obstante, hubo que esperar hasta 1954 para que se empezaran a dar los primeros pasos. Por aquella época se realizó un concurso de diseños, ganado por Manuel Muñoz Monasterio, el mismo arquitecto que diseñó poco antes el Estadio Santiago Bernabéu.
Un coliseo a la altura del emergente Sevilla de aquella época, era el gran sueño de Sánchez-Pizjuán. Lo iba a conseguir, pero sin embargo, la muerte le hizo una visita inesperada a finales de octubre de 1956, pocas semanas antes de que comenzaran las obras. Su sucesor en el cargo, Ramón de Carranza, prometió ante su tumba que el campo se levantaría tal y como se había proyectado y que el mismo llevaría su nombre. La primera piedra se colocó el 2 de diciembre de ese mismo año.
La construcción del estadio finalizó en el verano de 1958. Fue inaugurado el 7 de septiembre del mismo año, con un amistoso que el Sevilla jugó contra el Real Jaén y que acabó con un empate a tres goles. No obstante, el campo aún no tenía las tribunas altas de Fondo y Preferencia. En 1974, bajo la presidencia de Eugenio Montes Cabeza, se cerró por fin, alcanzando por aquella época su mayor capacidad, más de 70.000 espectadores.
Hubo más cambios. Con motivo del Mundial de 1982 se construyó la visera y el mosaico de Preferencia. Además, se redujo la capacidad del campo, quedando en torno a unos 66.000 espectadores. La última modificación fue a mediados de los años noventa, cuando cumpliendo la normativa FIFA hubo que eliminar todas las zonas donde se podía ver el fútbol de pie. Desde entonces, la capacidad del estadio es para 45.500 personas.
El campo sevillista es, con diferencia, el que más prestigio atesora en Andalucía y uno de los de mayor relumbre nacional. De hecho, fue sede de la semifinal del Mundial que enfrentó a Francia y Alemania. Por si no fuera poco, también en el Pizjuán se disputó una final de Copa de Europa en 1986, ganada por el Steaua de Bucarest al FC Barcelona en la tanda de penaltis. Se da la circunstancia de que el estadio nervionense fue el segundo campo español que acogió una final de estas características, después del Bernabéu y antes, por ejemplo, que el mismísimo Camp Nou. Estos tres campos son los únicos que han sido escenarios finalistas de la máxima competición continental.
Asimismo, el Ramón Sánchez-Pizjuán es el único estadio donde ha jugado de forma asidua la selección española y nunca ha conocido la derrota. El balance es espectacular: 19 victorias y sólo tres empates. No obstante, a mediados de la década de los noventa, el conjunto nacional dejó de tener al campo sevillista como su principal sede para jugar sus encuentros clasificatorios para citas internacionales.